“La autoconfianza no proviene de la certeza de que nunca nos equivocaremos, sino de la certeza de que podemos aprender de nuestros errores y seguir adelante”
Virginia Satir
La inseguridad y el miedo al error
En el transcurrir de la vida, es frecuente que los yermos de nuestros errores se abran ante nuestros ojos y nos conduzcan a una especie de precipicio de incertidumbre. La confianza en uno mismo se desvanece y se diluye como una gota de agua en el océano. El miedo a fracasar nos invade y nos impide tomar decisiones con la lucidez que necesitamos para avanzar. En tal estado, la inseguridad se apodera de nosotros y, para evadir sus garras, nos sentimos tentados a renunciar a nuestro poder personal y entregarlo en manos ajenas. Pero, al hacerlo, corremos el riesgo de perder nuestra autenticidad y desvanecer nuestra esencia, nuestra razón de ser.
Asimilar nuestros errores
Es de vital importancia conceder a nuestros yerros el lugar que les corresponde como maestros de vida, en vez de verlos como señales de nuestra presunta torpeza. Con frecuencia, nos refugiamos en justificaciones que nos impiden afrontar el sinsabor y la angustia de equivocarnos. No obstante, si echamos una mirada hacia atrás, nos daremos cuenta de que, en la mayoría de las ocasiones, nuestras elecciones y concepciones han desembocado en experiencias gratas que nos han hecho más fuertes y nos han brindado confianza. Así, al reconocer y asimilar nuestros errores, podemos transformarlos en semillas de conocimiento que germinarán en nuestra alma y nos conducirán hacia la senda de la sabiduría.
El silencioso castigo y el precio de no confiar en nosotros mismos
En nuestra vida cotidiana, muchas veces somos víctimas de nuestra propia inseguridad y miedo. Nos recriminamos en silencio por no haber confiado en nosotros mismos y por no haber tomado decisiones que nos hubieran llevado por caminos más gratificantes y significativos. Nos castigamos con el peso de una carga que, en realidad, es mucho más pesada de lo que merecemos. ¿Por qué nos sometemos a este auto-flagelo? ¿Qué nos impide confiar en nuestra intuición y en nuestra capacidad para tomar decisiones sabias?
La respuesta está en nuestros temores y en la percepción que tenemos de lo que está en juego. Nos resistimos a tomar riesgos porque nos asusta lo desconocido y tememos sufrir daños irreparables. Pero ¿es realmente tan monstruoso aquello que queremos evitar? ¿Es el precio que pagamos por no confiar en nosotros mismos justificable?
Si nos detenemos a reflexionar, podremos vislumbrar que muchas veces los temores que nos paralizan no son más que ilusiones que creamos en nuestra mente. La realidad es que, si nos atrevemos a desafiar nuestros límites y a confiar en nuestra capacidad para tomar decisiones, descubriremos que lo que temíamos no es tan peligroso como imaginábamos.
¡Cree en ti!
Confía en ti mismo y en tus instintos, y libérate del castigo silencioso que te infliges al no hacerlo. Abre tu corazón y tu mente a la posibilidad de un futuro más brillante y significativo. Atrévete a tomar riesgos y a confiar en tu capacidad para superar los obstáculos que se presenten en tu camino. Verás que, al final del día, el precio que pagarás por no hacerlo es mucho más alto que el que tendrás que pagar por confiar en ti mismo.
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